Envidia y competencia desleal en Colombia: ¿por qué nos cuesta tanto celebrar el éxito ajeno?
🧠 La cultura de la envidia: más letal que el cáncer
En Colombia, se dice que “la gente se muere más de envidia que de cáncer.” Aunque suene extremo, refleja una realidad cotidiana: el éxito ajeno se percibe como amenaza. En lugar de aprender del que prospera, se busca destruirlo.
- Si abres una papelería y te va bien, pronto aparecerán tres más en la misma cuadra.
- Si innovas con una campaña ética, otros la copian sin reconocer tu trabajo.
- Si destacas por tu servicio, bajan precios para quitarte clientes… sin mejorar calidad.
Incluso hay quienes recurren a prácticas supersticiosas o brujería para “bloquear” al otro. Esta mentalidad mezquina frena el desarrollo colectivo y perpetúa la mediocridad.
🌏 El contraste con culturas cooperativas: el ejemplo chino
En comunidades como la china, el éxito se protege. Es raro ver dos restaurantes auténticos en la misma cuadra. ¿Por qué? Porque se respetan mutuamente, se recomiendan, se reparten zonas. El crecimiento de uno fortalece al grupo.
Esta lógica de cooperación genera estabilidad, confianza y prosperidad compartida. En lugar de competir por precio, se compite por valor. En lugar de sabotear, se colabora.
🚫 Consecuencias de la competencia desleal en Colombia
- Se frena la innovación: el miedo a ser copiado o destruido inhibe la creatividad.
- Se castiga la autenticidad: ser diferente se vuelve peligroso.
- Se debilita el tejido social: la desconfianza reemplaza la colaboración.
- Se perpetúa la mediocridad: se compite por precio, no por calidad ni propósito.
✅ ¿Cómo construir una cultura de apoyo?
- Educar en ética emprendedora: desde escuelas, talleres y redes sociales.
- Visibilizar buenas prácticas: destacar negocios que colaboran y respetan.
- Crear redes solidarias: mentorías, cooperativas, alianzas éticas.
- Reivindicar el respeto como estrategia: no solo como valor, sino como ventaja competitiva.
✍️ Reflexión final: sembrar comunidad en lugar de mezquindad
La envidia no es solo un sentimiento: es una estructura social que sabotea el talento. Pero también es una oportunidad. Cada vez que alguien decide actuar con ética, colaborar en vez de competir, y construir en vez de destruir, está sembrando una nueva cultura.
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